Santa María Novella, paisaje
urbano en el Decamerón.
Carmen Montero
Narra Boccaccio, en el noveno
cuento de la Octava Jornada del Decamerón
(1351), que los personajes Bruno y Buffalmacco, pintores pobres y conocidos
de la ciudad de Florencia, estaban cansados
y aborrecidos del médico maese Simón, experto en bravuconadas, farsante y
cotilla, doctorado en la universidad de Bolonia gracias más a sus riquezas que
a sus saberes. Por ello, pergeñan una
broma pesada y desagradable a fin de que el galeno escarmentara y
aprendiera una lección de modestia y
discreción. Así, Buffalmacco adiestra de esta manera a Simón haciéndole creer
que acudirá a una reunión de nigromantes para, con el engaño, terminar riendo
la farsa con su compañero:
Debéis encontrar el modo de estar esta noche hacia el primer sueño en
uno de esos sarcófagos elevados que hace poco se hicieron por fuera de Santa
María Novella con uno de vuestros mejores trajes para que la primera vez
comparezcáis honorablemente ante la pandilla y también porque, como sois
gentilhombre, la condesa [Civillari ] pretende haceros caballero lavado a sus
expensas; y que esperéis allí que vaya
por vos aquel al que mandemos. Y para que estéis enterado de todo, irá por vos
una bestia negra y cornuda no muy grande e irá haciendo por la plaza ante vos
un gran resoplido … para asustaros…Cuando se os haya acercado, entonces, vos,
sin miedo alguno, bajad del sarcófago y, sin acordaros de Dios o de los santos,
subíos encima, con los brazos cruzados…
María Hernández Esteban, encargada
de la edición del Decamerón en Letras
Universales de la editorial Cátedra , alude a la fecha de construcción de los
mencionados sarcófagos: …los sarcófagos
de Santa María Novella se pusieron hacia 1314, fecha a partir de la cual se
podrían fijarlos acontecimientos del cuento.
Civillari, el nombre de la condesa, es, según documenta María
Hernández, una zona de la ciudad donde se
acumulaban los excrementos para hacer abono. En realidad, Boccaccio
anticipa en este y otros momentos el final de la narración: Simón, en lugar de
ser conducido por los pintores nigromantes a suntuosos palacios orientales
donde festejar el amor y el sexo, será arrojado a una fosa de excrementos y
abandonado allí a su suerte. El doctor no solo despierta la hilaridad de la
pareja de amigos, sino también el enojo feroz de su mujer, quien recibe a su pestilente marido pensando que acababa
de estar con una amante.
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