miércoles, 4 de julio de 2012

SANTA MARÍA NOVELLA PAISAJE URBANO EN EL DECAMERÓN POR CARMEN MONTERO


Santa María Novella, paisaje urbano en el Decamerón.
Carmen Montero
Narra Boccaccio, en el noveno cuento de la Octava Jornada del Decamerón (1351), que los personajes Bruno y Buffalmacco, pintores pobres y conocidos de la ciudad de Florencia,  estaban cansados y aborrecidos del médico maese Simón, experto en bravuconadas, farsante y cotilla, doctorado en la universidad de Bolonia gracias más a sus riquezas que a sus saberes. Por ello,  pergeñan una broma pesada y desagradable a fin de que el galeno escarmentara y aprendiera  una lección de modestia y discreción. Así, Buffalmacco adiestra de esta manera a Simón haciéndole creer que acudirá a una reunión de nigromantes para, con el engaño, terminar riendo la farsa con su compañero:
Debéis encontrar el modo de estar esta noche hacia el primer sueño en uno de esos sarcófagos elevados que hace poco se hicieron por fuera de Santa María Novella con uno de vuestros mejores trajes para que la primera vez comparezcáis honorablemente ante la pandilla y también porque, como sois gentilhombre, la condesa [Civillari ] pretende haceros caballero lavado a sus expensas; y que esperéis allí  que vaya por vos aquel al que mandemos. Y para que estéis enterado de todo, irá por vos una bestia negra y cornuda no muy grande e irá haciendo por la plaza ante vos un gran resoplido … para asustaros…Cuando se os haya acercado, entonces, vos, sin miedo alguno, bajad del sarcófago y, sin acordaros de Dios o de los santos, subíos encima, con los brazos cruzados…
María Hernández Esteban, encargada de la edición del Decamerón en Letras Universales de la editorial Cátedra , alude a la fecha de construcción de los mencionados sarcófagos: …los sarcófagos de Santa María Novella se pusieron hacia 1314, fecha a partir de la cual se podrían fijarlos acontecimientos del cuento.
Civillari, el nombre de la condesa, es, según documenta María Hernández, una zona de la ciudad donde se acumulaban los excrementos para hacer abono. En realidad, Boccaccio anticipa en este y otros momentos el final de la narración: Simón, en lugar de ser conducido por los pintores nigromantes a suntuosos palacios orientales donde festejar el amor y el sexo, será arrojado a una fosa de excrementos y abandonado allí a su suerte. El doctor no solo despierta la hilaridad de la pareja de amigos, sino también el enojo feroz de su mujer, quien recibe a su pestilente marido pensando que acababa de estar con una amante.

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